Finalmente, estoy en casa después de una loca estadía en Los Angeles. Hoy fue un día especial en el Uruguay. Nuestro equipo jugaba contra Corea, y teníamos que ganar para seguir en la copa del mundo. Yo había hecho planes para que mi amiga Arpi me pasara a buscar para ir a casa de nuestra amiga Trici a ver el partido a las 11 de la mañana. No sé si fue porque todavía estoy recuperando el sueño después de mi viaje , pero el hecho es que no me desperté a tiempo. Cuando mis amigas lograron que les contestara el teléfono, aún con un ojo cerrado, el juego ya había comenzado y yo no tenía como llegar hasta la casa de Trici. Si usted, lector, no sabe mucho acerca del Uruguay, debe entender que un día en que juega nuestra selección nacional de fútbol por la copa del mundo es como el feriado nacional más extremo que se pueda vivir en el Uruguay, por lo cual, en un día como este, sería imposible conseguir un taxi; los taxistas también están en casa mirando el partido. Todo el mundo está mirando el partido. No tuve, entonces, otra opción que caminar hasta la casa de Trici, que me queda a unas 15 cuadras de distancia, en el barrio del Cordón.
Caminé por el desierto. Las calles parecían salidas de esas escenas de película futurista, donde los solitarios sobrevivientes pasean por una ciudad que ha sido devastada por una catástrofe natural invisible. Vi árboles y casas que jamás había visto, porque se ocultaban tras el bullicio del tránsito y la gente, y mi ciudad se me apareció más hermosa aun. Descubrí otra Montevideo, llena de cosas interesantes, incluida esa rara especie: un hombre uruguayo a quien no le importaba el fútbol. Estaba acomodando sus baratijas en un maltrecho puesto de feria que nadie iba a visitar ese día. Miré bien para ver si tenía una radio, un auricular, o algo que lo conectara con el resto de nosotros, pero no. Pensé que debería ser el único sobre la faz de la tierra.
Finalmente llegué, y, en armonía con las predicciones de mi corazón, ganamos. Uruguay no ha ganado un mundial de fútbol en 60 años, y no ha llegado tan cerca como hoy en 40.
Mi entrenador del spa del Sheraton me había explicado el día anterior que la razón de Uruguay dejó de existir en el mundo de los deportes después de 1950 (cuando venció a Brasil en la final del mundial) fue el hecho de que el gobierno de Batlle , el hombre que transformó a Uruguay en “la Suiza de América” con sus propias manos, tenía una política de apoyar el deporte, crear campos deportivos, etc. Con Batlle fuera del mapa, sus políticas también desaparecieron. Al no había dinero ni apoyo estatal para los deportes, Uruguay dejó de ganar tanto en el fútbol como en otros deportes que no tienen tanta relevancia a nivel local.
No hace falta explicar el cambio, principalmente porque no soy la persona indicada para hacerlo. Simplemente, estamos de vuelta en el ruedo y eso es lo que importa.
Después de la impresionante juego; fue un placer observar la garra, la elegancia y la técnica de la selección uruguaya, era el momento para una celebración. Fue así que enfilamos para el 21 BAR, donde trabaja el hermano de Arpi, y sabíamos que se armaría festejo.
Mi entrenador personal no puso buena cara cuando le mencioné las cervezas que había incluido el festejo, pero creo que no le desagradó verme trabajando como si ganar la copa del mundo dependiera de la velocidad con que pedaleaba en la bicicleta.
Después del spa, fui a ver a la maravillosa Eli-u cantar, y esto fue la cereza encima de la torta de un día fantástico en este pequeño país apretado entre Argentina y Brasil acerca del cual muchas personas en el mundo están escuchando hablar por primera vez en estos días, luego de que venciéramos a un buen equipo coreano.
Próxima parada: GHANA. Aunque tengo varios amigos que han ido a estudiar percusión allí y hablan maravillas de su música, siento que ha llegado la hora del candombe uruguayo. El ritmo del tambor nunca se equivoca.
Vamos Uruguay!
Buenísimo!!! Arriba URUGUAY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Vamo y vamo!!!!