Montevideo, 19 de octubre 2024
Esta mañana escribí en mi diario “Maravillosa la obra de Tenconi. He pulled an Autofiction. And opened his heart. Saffores splendorous, to the point that I didn´t recognize him. J´aime comme [Tenconi] a mis en scène cette idée d´être laid et aimé à cause de ses pièces. I loved how he exposed his vulnerability. Mané es TODO. Y Ro SIEMPRE. Maravilloso Dianesi también”.
Por la mañana, las grandes obras que vimos la noche anterior se asientan y nos dicen nuevas cosas. No estaba planeando escribir sobre MADRE FICCIÓN (Tenconi Blanco, Comedia Nacional), pero mi diario rápidamente se transformó en una serie de reflexiones que podrían formar parte de una crítica o algo así, que involucra a tres Blancos, Mariano Tenconi Blanco, el gran Sergio Blanco y la gran Roxana Blanco. Dos dramaturgos y una actriz nacidos de madre uruguaya.
La idea que dio origen a estas notas fue la siguiente: Sergio Blanco dice que va a contar la verdad, y miente. Tenconi Blanco dice que va a mentir, y cuenta la verdad.
Aunque esto no sea estrictamente así, hubo un desplazamiento maravilloso anoche. La forma en que se conectaron ambos universos.
Sigue el vómito multilingüe que acabo de hacer en mi diario, traducido íntegramente al español.
Estrenar luego de las CONFESIONES de Sergio Blanco, la confesión de Mariano Tenconi Blanco, titulada MADRE FICCIÓN fue un gran acierto. Parece un gesto deliberado de Gabriel Calderón y su equipo.
Hay un nivel ´meta´ tanto en la(s) pieza(s) de Blanco como en la de Tenconi Blanco. Ambas tienen como protagonista a un dramaturgo que está escribiendo una obra. Pero mientras que el alter ego de Sergio Blanco (los tres) suelen escribir con fluidez, el de Tenconi Blanco lucha con la página en blanco. Finalmente, ambos dramaturgos ficcionales acaban por tomar como materia su propia vida para completar sus proyectos.
Ambas peripecias involucran viajes. La obra de Tenconi tiene como eje la figura de su madre, al igual que la obra anterior de Blanco, TIERRA, que por estos tiempos viaja por Europa.
Los desplazamientos son centrales en ambos trabajos. La geografía sentimental de las ciudades cobra vida en la obra de ambos autores. Y aunque el lenguaje es distinto (las Confesiones de Sergio son conferencias autoficcionales, mientras que la de Tenconi es una obra de formato tradicional), hay un hilo invisible que las une.
El hecho de que ambos autores hayan elegido a Gustavo Saffores como su alter ego primordial no es casual. Tanto como el tímido Buti de Tenconi como en el papel del seductor voraz de Blanco, Saffores es sublime.
Si se necesitaba alguna prueba de que Saffores es un actor capaz de brillar en cualquier personaje, merecedor de dar vida a los autores más auténticos y profundos de la época, la seguidilla de estas Confesiones, la de Blanco y la de Tenconi, es la prueba definitiva.
Las Confesiones de Blanco, protagonizadas por tres actores diferentes, incluyendo una mujer, nos mostraron que todos pueden ser Sergio Blanco, tanto como todos podían ser John Malkovich en la película de Spike Jonze. Sergio nos invita a entrar en su paisaje emocional e intelectual. Con MADRE FICCIÓN, aprendimos que Tenconi también puede ser una versión à la Tenconi de Sergio Blanco. En esa lupa puesta sobre nuestra uruguayez, también comprendemos que todos podemos ser Tenconi.
Si el teatro existe para reflejar algo de lo que es vivir y estar en el mundo, para integrarnos en lo que estamos viendo y tocarnos el corazón, y llevarnos hasta nuestro centro, hacernos pensar en nuestra propia historia, en nuestra propia madre, en los propios hijos, entonces MADRE FICCIÓN es un teatro tan sublime como las CONFESIONES de Blanco.
Imposible no entrar, no conmoverse, no reír, no llorar. A través del entretenimiento más puro, de los gags más certeros, como perfectos mecanismos de relojería, de los relatos más conmovedores, de la precisión en los ejes de la comedia, Tenconi llega acaso a las mismas profundidades que el diálogo de los personajes ultra-reflexivos de Blanco con ciertas obras de arte, con su pasado, con la historia de la literatura y la filosofía.
En ese contarse a sí mismos, Tenconi y Blanco nos cuentan. ¿Qué más se puede pedir?
Mané es todas las militantes.
Roxana es todas las madres.
Dianesi es todxs lxs maestrxs.
Saffores es todos los hijos.
Mané es todas las abusadas.
Roxana es todas las hijas.
Dianesi es todos los hermanos.
Saffores es todxs.
La verdad de Roxana cuando se enfrenta con una muerte inminente o de Mané cuando cuenta su doloroso mito de origen en la lengua de los pagos de Fabián Severo, solas ellas bastarían para que MADRE FICCIÓN fuera una gran obra.
Pero también está el brillo de Saffores, las camaleónicas apariciones de Dianesi, las incursiones perfectas de los músicos, la escenografía que es perfectamente funcional al todo, y las huellas hermosas de Sergio Blanco, iridiscentes.
Repito. ¿Qué más se puede pedir?