Han sido días musicalmente intensos. Del show de Los Cuerpos en Casa Tomada, pasando por la jam de candombe en La Conjura para culminar en la mágica experiencia que fue la unión de los proyectos personales de Juan Pablo Chapital y Nicolás Ibarburu en un sólo show.
Siempre que me encuentro con gente de mi generación que mantiene viva la esencia de la música uruguaya, me da felicidad. Cuando el público acompaña, la felicidad se multiplica. Creo que es muy importante que existan músicos que estén buscando esos sonidos hijos de Opa, de Mateo, de todos los grandes compositores que ha dado nuestra tierra.
Es muy difícil poner en palabras lo que pasó anoche. Nos recibió la voz de Spinetta, regalándonos esa sabiduría de siempre, diciéndonos que fuera cual fuera el que habíamos recibido en esta vida, hiciéramos brillar nuestro diamante. Y me quedé pensando, luego de la emoción que siento cada vez que escucho al flaco hablar, cantar, tocar o lo que sea, que estas instancias son las que más ayudan a nuestros grandes músicos a hacer brillar su diamante. Las salas llenas de gente que siente la música inspiran, alimentan. El desafío de unir a dos artistas en un escenario y tratar de crear algo distinto, no solo juntarse porque sí, sino crear un hilo conductor, una experiencia que lo justifique todo.
Hubo muchos momentos sublimes, muchos momentos que me emocionaron hasta las lágrimas. Me conmovió la generosidad de Nicolás, que le dejó el protagonismo a Chapa en su tema Otra así, y lo hermoso de la interpretación que hizo Chapa de esa bella melodía. Las versiones de Chapa, de Lennon, de Rada, de Mandrake, también me impresionaron por su belleza. Igual que su versión junto a Cabrera de Milonga de pelo largo, las versiones de Chapa demuestran que cuando se va la letra, lo que queda es la esencia de la canción. Y a veces, cuando las canciones son perfectas, mágicas, esa esencia es mucho más potente que la canción cantada. Esas cosas pasan, pasaron anoche.
El show de Chapa en su completitud fue perfecto. Pocos músicos que conozco tienen el arte de estructurar los shows como Chapa, de llevarnos a través de un viaje emocional equiparable a lo que sucede con una gran obra de teatro o película. Así como arma cada una de sus canciones, con esa alquimia y arquitectura perfectas, así arma Chapa sus shows, de principio a fin, y es esa quizás una de las explicaciones de su gran conexión con el público cada vez que se presenta. Uno tiene enfrente a un artista riguroso, que deja poco al azar, que trabaja incansablemente al servicio de su arte.
El show inolvidable de Chapa tuvo como gran broche de oro una versión gozadísima de Espárragos para Miles junto con Nico Ibarburu, un tema que ya se ha vuelto un clásico. La búsqueda de Chapa, su momento musical como compositor, sus búsquedas espirituales parecen estar en un momento que promete cosas aun mucho más grandes.
Video de OTRA ASÍ (Sarser-Ibarburu) por Chapital-Ibarburu
Y después vino Nico. El mismo Nico que hace años casi no se animaba a cantar sus canciones. Trayendo magia de todos lados. Con la presencia inconfundible de Martín Ibarburu en la batería, con un inspirado Manuel Contrera que compartieron ambas bandas, con la solvencia de Pomo Vera en el bajo y aquella voz que incorpora el espíritu del candombe de Hernán Peyrou (Los Cuerpos) en varias de sus canciones.
Entre las cosas más bellas de la noche estuvo una canción nueva de Nico titulada Mapa tesoro, una de esas canciones que solo pueden haber bajado de las estrellas. Aparte de las canciones nuevas, Nico tocó algunas de Anfibio, donde Templando momentos se enriqueció con esa impronta candombera de Peyrou en la segunda voz.
Y de lo más inolvidable también fue el dúo Chapital-Ibarburu. Poesía pura verlos a los dos solos en el escenario. Tanto que ojalá en algún momento se junten a hacer viajes astrales de guitarra tocando a dúo algunas de sus canciones favoritas, propias y ajenas, porque lo que se vio anoche deja entrever un potencial enorme de belleza. Esa comunicación quizás fue el secreto del éxito musical de la noche de ayer.
También me quedé pensando en lo acertado que fue que ninguno de los dos cayeran en la tentación de tener muchos invitados. Eso hizo que el show tuviera más foco y fuera más potente.
No quiero dejar de mencionar la solidez de la batería de Gerónimo de León en la banda de Chapa, fue muy rico ver a dos bateristas tan distintos como él y Martín en una misma noche. Lo mismo para el swing de Ignacio Echeverría en el bajo y la inspiración de Peyrou en teclas y acordeón en varios momentos de la noche.
Miles Davis decía que a veces te lleva toda la vida sonar como vos mismo. Juan Pablo Chapital y Nicolás Ibarburu están cada vez más cerca en esa búsqueda, siendo cada vez más ellos mismos y eso es una bendición para todos los que tenemos la oportunidad de disfrutar de su música.
En una época en que los uruguayos pagan entradas millonarias para ver espectáculos extranjeros de variable calidad, con el fin último de publicar selfies en el Facebook con el escenario detrás, es tremendamente reconfortante ver una sala Zitarrosa llena para un espectáculo de esta calidad, donde el ego queda muy atrás y lo que importa es el arte, la música, la belleza, la sencillez, los diamantes que brillan, por brillar nomás, porque han comprendido su destino.
Fotografías de Sabrina Tuya Magnone