Pablo Damonte, un diamante que ya no está en bruto

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Pablo (der) junto Santiago (el Negro, izq), uno de sus hermanos de la vida

Pablo Damonte tiene su pequeño círculo de fans incondicionales que lo siguen a todas partes desde hace algunos años.

Ya no recuerdo bien donde lo vi tocar por primera vez. Seguramente haya sido en la fiesta L que cada año organiza su madre Lindsey Cordery, que también es mi mentora literaria y una de las personas que ha ejercido una influencia más decisiva en mi vida, en general.

La fiesta L reunía a Pablo y su círculo de músicos amigos con estudiantes y docentes de literatura inglesa, extranjeros de paso por Uruguay, poetas que escribían en inglés y en español, etc.

Incidentalmente, allí fue el único lugar donde he leído mi poesía en público en Uruguay, excepción hecha de un poema en armenio que escribí de niña.

Cada año yo esperaba con ansia que llegara la fiesta L para poder dejarme atrapar por la magia de la música de Pablo y sus amigos.


En las primeras épocas, cuando Pablo tocaba, por lo general hacía covers de Jobim, bossa, algún tema de Spinetta, cosas así.

Sus dedos largos (1), que hicieron decir al propio Spinetta en mi presencia que Pablo “tenia manos de guitarrista” se movían por la guitarra en un gesto tan natural como lo puede ser para otros simplemente respirar.

Su voz perfectamente afinada entregaba cada verso desde el alma, emocionando sin remedio. Esa combinación de virtuosismo en el instrumento, expresividad en el canto y sensibilidad hacían vislumbrar al cantautor inspirado en que Pablo estaba a punto de transformarse.

Yo siempre le hablaba a todo el mundo de Pablo, buscando propiciar su encuentro con el ambiente de músicos profesionales, e incluso lo llevé una vez a tocar con la banda de Liese Lange.

Pero el encuentro mágico se produjo cuando el guitarrista Juan Pablo Chapital conoció a Pablo. Fue un amor musical instantáneo.

Desde aquel encuentro, Pablo ha grabado su maravilloso disco debut en Buenos Aires, de alguna manera apadrinado y coproducido por Chapa, y el futuro paree ser suyo.

Pablo es esa cosa rara de ver: un músico de la cabeza a los pies, además un cantautor exquisito y, sobre todo, alguien capaz de una entrega en escena sólo paralela a la de su ídolo máximo Luis Alberto Spinetta.

Una vez Pablo fue un talentoso que hacía canciones hermosas pero que se “spinetteaba” demasiado al cantarlas y uno tenia la sensación de que no tenía la misma soltura y libertad al cantar sus propios temas que cuando deleitaba con una deliciosa melodía de Jobim o de Djavan.

Pero esos tiempos, de los cuales aún recuerdo varios estribillos inolvidables como aquel que rezaba, con una sabiduría, síntesis y musicalidad raras de ver en una canción: “no le hagas caso a tu cabeza”,
ya han pasado.

El disco de Amigos de lo horrible es Pablo al 100 por 100, ya cómodo como él mismo, y con todas sus influencias puestas en el lugar correcto, sin que empañen su propia personalidad musical.

Las canciones son perfectas y todo suena espectacular, y hasta se dio el lujo de incluir una version maravillosa de Alma de pez del Príncipe.

Lo único que le falta a ese disco es que pablo, recien llegado de un viaje por Europa, lo salga a tocar por todas partes para deleitar a los que ya lo conocemos y también para encontrar ese otro público que seguramente, aunque no lo sepa, lo esta esperando.

LINKS
Amigos de lo Horrible, Pablo Damonte en Myspace
Damonte-Bonilla dúo en Myspace

1.Más tarde, frente a un lago de Skagway, Alaska, escribiría sobre los dedos largos de Pablo en un poema que hablaba de vivir SIN MÚSICA.

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