Andrés está vivo, queremos tanto a Andrés

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Autofoto de la banda de Andres Calamaro
Andrés y sus divinos secuaces

Andrés Calamaro podría no estar más entre nosotros como muchos de sus compañeros, esos fantasmas que lo acompañan y que nunca se cansa de mencionar y homenajear.

Pero Andrés está vivo. Él volvió de aquel mundo de excesos que supo llevar a muchos a una muerte prematura.

Andrés podría haberse ido como un Dean o un Cobain, en la cúspide de su creatividad y de su status de ícono del rock y la cultura popular. Podría haberse ido, pero Gracias a dios, o mejor dicho gracias a su mujer, a su manager, a quienes sea que lo trajeron de vuelta, sigue con nosotros.

En la gira que lo trajo por segunda vez en el año a Montevideo, Andrés está demostrando que está más vivo que nunca y que tiene la mejor banda y los mejores ingenieros de sonido que un artista podría soñar.

Si Andrés se hubiera ido, hoy sería prácticamente un Dios, sin dudas. Pero Andrés vive y continua su búsqueda musical y en esta nueva etapa donde los descensos a los abismos personales ya no son tan profundos ni tan extensos, se enfrenta al desafío de reinventarse como artista.

Anoche en el Pilsen Rock, Andrés cantó como nunca. Cantó Los Mareados, uno de los tangos más hermosos jamás escritos, acompañado por las teclas de un inspiradísimo Tito Dávila, recordó musicalmente a Beto Satragni rezando como un mantra (como el mantra que es en sí misma la canción) ESTO ES CANDOMBE/SANGRE DE NEGRO al ritmo de Oye como va y alcanzó momentos de gloria con canciones como Output Input, Paloma, Crímenes perfectos y momentos de algarabía popular con Tuyo Siempre, varios temas de Los Rodríguez, y su inagotable lista de éxitos.

Anoche Andrés se mostró completamente desnudo ante su público ( que en el caso del Pilsen, estaba mezcladito con los públicos de No te va gustar y Queens of the stone age). Pidió varias veces al público que lo emocionara, habló mucho, demasiado (el mismo lo reconoció luego en su Twitter) como si pareciera ignorar el hecho de que cuando hablaba menos y tocaba y cantaba más el público le respondía.

La primera parte del show fue un poco dura de ver por este tema para los que queremos a Andrés, que somos muchos, la mayoría de los que estábamos ahí, aunque luego charlando con uno de los músicos me explicó algo que yo no tomaba en cuenta acerca de por qué Andrés estaba tan enojado si el público parecía estar disfrutando. Al decir de este músico de la banda de Andrés “lo que pasa es que nosotros sólo vemos a la gente que está adelante, y si esos tienen una actitud de mierda, eso es lo que nos llega”. Y bueno, puede ser esa la explicación, adolescentes que venían a ver a los gloriosos Queens en primera fila con cara de aburridos mientras Andrés y su súperbanda entregaban lo mejor que tenían, excepción hecha de los ataques de verborragia de Andrés.

Andrés anoche se mostró desnudo, mostró su debilidad y los fantasmas que lo acosan. Andrés, mientras busca las canciones, las espera, porque sabe que en algún momento llegarán, necesita tocar, tocar hasta morir, dejar su sangre por los escenarios. Andrés necesita tocar para sentirse vivo, y esa era su plegaria de anoche, hacia nosotros, el público uruguayo: Háganme sentir vivo, háganme sentir en un instante toda la intensidad de la vida acá, ahora.


Andrés does Ramones: momento rock

Quizás Andrés no lo sabe, pero las canciones están llegando, se lo ve cada vez más lúcido, más inspirado. Su prosa es cada vez más potente, y su poesía musical no se hará esperar.

Claro que para alguien que escribió canciones como Media Verónica, como Recuerdo Reloco, como Paloma, como La Parte de adelante, es muy difícil dejar salir lo que se está incubando sin la presión de tener que crear algo como aquello, que esté a la altura. Pero los que DE VERDAD queremos a Andrés, los que de verdad apreciamos la música como pulso emocional del universo, solamente le pediremos la honestidad y la entrega. No hace falta que componga himnos, ya hizo cien, ahora sólo necesitamos que sea él mismo y que nos hable como siempre lo hizo, desde el corazón.

Por estas y muchas otras cosas, queremos tanto a Andrés.

Recuerdo del inolvidable recital de Calamaro en Montevideo en Mayo.

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